Las vacaciones en pareja en un principio tendrían que ser un espacio de reencuentro, de tranquilidad y de sosiego, pero frecuentemente esto dista mucho de la realidad. Es frecuente que a la vuelta de las vacaciones en pareja muchas de ellas tomen la decisión de romper su relación, ¿los motivos? pues más de los que pensamos.
Las vacaciones en pareja suponen un momento de estar con el otro de forma continua, ya no hay esos «rellenos» del día a día, obligaciones, quehaceres que suponen una serie de aspectos donde la pareja puede estar separada y donde los problemas o desavenencias se pueden esconder, o lidiar con ellos más fácilmente. En vacaciones se está con el otro a tiempo completo lo que si ya hay una base donde la relación no marcha se incrementan las tensiones y los roces.
En el tiempo de descanso afloran de una forma mucho más intensa los desacuerdos y diferencias que en la rutina del día a día quedan encubiertas, convirtiéndose ese espacio muchas veces en algo insoportable plagado de discusiones y tensiones por cualquier mínimo motivo.
Normalmente esto sucede en relaciones que ya no iban bien desde hace un tiempo y las vacaciones en pareja lo único que hace es incrementar y aflorar ese desgaste, aburrimiento, apatía o falta de consenso entre ambos. Pensar que las vacaciones en pareja funcionan para arreglar las desavenencias no suele funcionar, ya que la cercanía cuando hay desgaste y mala relación promueve que las chispas estallen ante la mínima situación. Si a esto añadimos la responsabilidad y el cuidado de los hijos todo se incrementa, ya que las obligaciones y la rutina favorecen un orden y una organización que «tapa o encubre» las diferencias porque el tiempo queda muy limitado.
Algunas recomendaciones que pueden ayudar en las vacaciones en pareja son:
- Tener una actitud proactiva y no de defensa constante frente al otro. ¿Merece la pena esta discusión sobre ir a comer a la playa o en la casa, o no es tan importante?, ¿Tengo que echar en cara lo que he hecho al otro?Poder plantear estas cuestiones por ambas partes ayuda a disminuir la tensión.
- Tratar de pensar en la otra persona y hacer las vacaciones en pareja más fáciles. Esto, que es obvio, en las parejas muy deterioradas resulta casi imposible ya que se centran en su necesidad y no pueden mirar las de la otra persona.
- El cuidar el CÓMO se dicen las cosas. No es lo mismo atacar al otro señalando que es un egoísta que hablar de cómo me siento yo ante determinado aspecto. Hablar desde uno mismo ayuda a que el mensaje llegue de forma más directa y clara.
- No centrarse en el enfado, dejar de hablarse durante tiempo, etc. Volvemos a lo que se comentaba anteriormente. Las vacaciones en pareja son un espacio que tienen que ser de descanso, ¿Me merece la pena estar tenso y sin hablar con el otro? No hay que olvidar que si encima hay hijos presentes están aprendiendo un modelo de cómo se gestionan las relaciones personales y posiblemente no es el que más les favorezca.
- Tener y buscar ambos espacios personales. Aunque las vacaciones en pareja supongan estar más con el otro no viene nada mal tener espacios personales. Uno se puede ir a andar solo, el otro a jugar al tenis, leer, etc y se equilibran los espacios con los hijos.
- Fijarse más en los positivo del otro y no en lo negativo. El observar de forma continua lo que el otro hace mal es muy desgastante y aniquilador y en las vacaciones de pareja, con todo el tiempo que se comparte se pueden sacar demasiadas situaciones de ello que lo único que hacen es empeorar las cosas. Volvemos a lo de antes, no merece la pena. Las vacaciones en pareja tienen que ser un tiempo de disfrute y de descanso, no de tensión, malestar y de inquietud continua.
En resumen, hay una realidad indiscutible; si una relación ya tiene una base deteriorada en vacaciones posiblemente se va a dar más, pero no por estar más tiempo juntos, sino que ya de antes las cosas no estaban bien y no se había trabajado lo suficiente para mejorarlo. La rutina y la cotidianidad dan cierta “aparente” protección, pero no mejoran las cosas. Por ello es importante plantearse la ayuda profesional a la vuelta de vacaciones ya que en las relaciones de pareja los desencuentros no se solucionan solos.
Para las parejas que ya están en terapia de pareja las vacaciones pueden suponer un momento estupendo para poner en práctica lo trabajado en la psicoterapia, en poder reencontrarse, en darse cuenta de la necesidad del otro y de las suyas propias, en una mejora de la comunicación, en un mayor trabajo en equipo, en una forma más clara y empática de pedir, en un fijarse en los aspectos positivos del otro, en hacerle la vida más fácil, en definitiva en tener un tiempo compartido de calidad, de descanso, de reencuentro que viene muy bien y que en absoluto tiene que acabar con un sentimiento de desgaste, malestar, ansiedad o en una ruptura.