Tropezar con la misma piedra en el amor
Tropezar con la misma piedra en las relaciones de pareja no es algo excepcional sino que frecuentemente ocurre, o bien porque se vuelve con la persona cuya relación se había finalizado, o porque se comienza una relación afectiva muy similar a la anterior, aunque sea con otra persona.
Julio Iglesias hace años en su canción Con la misma piedra se repetía a sí mismo estas palabras:
«Tropecé de nuevo y con la misma piedra
en cuestión de amores nunca he de ganar
porque es bien sabido que el que amor entrega
de cualquier manera tiene que llorar.»
Parece que ya en la canción se augura el fracaso de la entrega en el amor, aspecto que por supuesto no tiene que darse, es decir, uno puede comenzar una nueva relación, estar enamorado, dejarse llevar habiendo aprendido de la experiencia, y no conllevar un sufrimiento como en el pasado.
Pero sí es cierto que ocurre frecuentemente que se pueda tropezar de nuevo con la misma piedra en las relaciones de pareja. Hay hombres, pero sobre todo mujeres que atiendo en la consulta, profesionales, exitosas, inteligentes, autónomas, atractivas, luchadoras, etc., y que repiten elecciones de pareja basadas en un mismo patrón que les hace sufrir.
Y es que en este aspecto la experiencia es un factor de peso, pero sino viene acompañado de una reflexión y análisis exhaustivo del por qué no ha funcionado la relación, frecuentemente se mantiene un cordón que impide que se pueda elaborar el duelo por lo perdido, por lo que ya no se tiene, por la relación que se mantuvo, por lo que se esperaba y no se obtuvo, etc.
Se dan entonces situaciones donde la persona no puede mirar hacia delante y muchas veces de forma obsesiva piensa en aquella relación que dejó atrás. Hace meses acompañando a un hombre viudo que había tenido una nueva pareja durante varios años me daba cuenta de lo enganchado que estaba al recuerdo de su ex novia. Ni podía, ni quería soltar el recuerdo y mandaba de forma continua mensajes a su ex que acababan teniendo una respuesta de rechazo. Objetivamente había muchos aspectos en su relación de pareja que no habían funcionado; la comunicación, las relaciones sexuales, los intereses, la forma de afrontar los problemas, etc, pero él tenía como objetivo recuperar ese espacio de afectividad y de sentirse «normalizado». En su caso se manifestaba un alto nivel de angustia, ansiedad, inseguridad, descontrol e impotencia que cuando acudió a la psicoterapia no era capaz de aceptarlo, y menos manejarlo.
Tropezar con la misma piedra en el amor supone quedarse mirando atrás, enganchado a un pasado que ni va a volver, y si se retoma debería ser distinto para que no se repitiese aquello que bloqueó que la relación marchase. Si ya hubo un gran dolor, ¿por qué entrar de nuevo en ese espacio con las mismas condiciones? Muchas veces se idealiza, se anhela algo que se tuvo muy poco o ni siquiera se tuvo, o se prescinde de todo lo negativo y se vuelve a repetir relaciones donde se pudieron dar mentiras, faltas de respeto, egoísmo, incomunicación, sometimiento, distanciamiento, en definitiva relaciones donde dos personas permanecían físicamente juntas pero que no compartían nada.
En todo este proceso es interesante observar los momentos de cada una de las partes. Hay personas que a lo mejor en un principio decidieron romper la relación y luego han sido los que han querido regresar y la otra parte ya había elaborado la pérdida, el dolor y se había dado cuenta que estaba mejor fuera de la relación. De hecho me viene a la cabeza un ejemplo de un matrimonio que vino a psicoterapia. Él se encontraba muy desmotivado en la relación señalando que se pasaban siempre discutiendo y que necesitaba espacio individual y libertad, ya que sentía que su relación había sido muy dependiente y fusional. Llevaban quince años juntos con un parón de seis meses dos años previos al inicio de la terapia. Al cabo de pocas sesiones de trabajo él decidió romper la relación y dejar la terapia señalando que no la quería. Fue ella la que continuó la terapia tratando de elaborar la ruptura y manejando todas las emociones que se le habían disparado; angustia, ansiedad tristeza, rabia. Al cabo de unos ocho meses, tras un gran trabajo personal por parte de ella, él comenzó a querer volver señalando que se había dado cuenta que le echaba de menos y que se sentía muy solo y que la quería. Ella se sentía fuerte, aunque presentaba mucha ambivalencia emocional ya que él le culpabilizaba de no querer intentar la reconciliación (irónico, ¿no?), pero señalaba en la terapia que se había dado cuenta que tanto para ellos como para la hija era mejor estar separados y que por fin se había percatado de muchos aspectos que no habían funcionado en su relación y que no querría repetir en el futuro.
¿De qué sirve la experiencia para no tropezar con la misma piedra en el amor?
La experiencia sin análisis de poco sirve para aprender a elegir relaciones más saludables y que nos hagan más felices. Añorar, idealizar, o incluso disfrazar todas las cosas maravillosas que dejamos atrás forma parte de un mecanismo de negación, de no querer ver las deficiencias de la relación que hemos mantenido, y por tanto de mirar una parte de la película, pero no observarla de forma completa.
Es cierto que pertenecemos a una sociedad bastante negadora con el dolor y el sufrimiento, y frecuentemente se acaban tapando de una forma más o menos directa; todo tiene que pasar o simplemente no tiene que darse. La realidad es que el sufrimiento, la tristeza, el dolor nos pueden enseñar a tomar mejores elecciones en un futuro habiendo valorado las consecuencias de lo que decidimos.
Para no tropezar de nuevo con la misma piedra se puede y se debería aprender de la experiencia. Lo primero que hay que hacer tras una ruptura es aceptar lo que estamos viviendo y no tratar de negarlo; no tapar las emociones que estamos sintiendo porque son normales y tienen que darse, aceptarlas y ver cómo las procesamos y enfocamos sin taparlas. No hay cosa más negadora que tratar de esconder esas emociones tratando de volver a lo anterior o iniciando una nueva relación similar como si eso fuese a tapar el vacío.
Por ello es importante poder aprovechar esos momentos para conocernos mejor y conectar con nuestras necesidades. Realmente sería el momento ideal para ir respondiendo a una serie de preguntas; ¿Qué persona quiero a mi lado en una relación de pareja?, ¿Qué busco y qué necesito yo de una relación de pareja?, ¿Es eso bueno para mí o al final me acaba haciendo daño? Estas últimas preguntas conllevan acercarse a uno mismo y responder de la forma más sincera y más clara, ya que a veces nos podemos dar cuenta que lo que queremos en una relación es no estar solos a toda costa, o que nos admiren por lo que «tenemos», o miedo a que alguien no nos vaya a querer, etc.
Por último también ayuda hacer una lista lo más sincera posible de aquellas cosas que viéndolo con perspectiva no me gustaban de esa relación, y que incluso nos perjudicaban, de nuestras propias necesidades y de si estas son reales o irreales, ya que frecuentemente esperamos de una relación aspectos que pertenecen más a los cuentos de hadas que a la realidad. Conocernos, entendernos, aceptarnos, querernos evitará tropezar con la misma piedra en el amor.