Ser madre soltera, no es nada fácil
Hace pocas décadas en España ser madre soltera implicaba cargar con un estigma social y una considerable colección de prejuicios, suposiciones y obstáculos. Una paciente que lo fue a finales de los setenta, me relataba como por el hecho de serlo muchos hombres se creían con el poder de acosarle o considerarle más “liberal” o “promiscua” que las de su generación. Tuvo que abandonar trabajos por sentirse incómoda ante este hecho, siendo implanteable denunciarlo. El acosador se quedaba en su trabajo, con su familia como si nada ocurriese, y la madre soltera, joven con profundas necesidades económicas y cargas familiares era la que se veía obligada a marcharse silenciosamente por la puerta de atrás.
Treinta años después la situación de la madre soltera ha avanzado relativamente. Se ha “limado” parte de ese prejuicio social, pero todavía se mantienen muchos de los obstáculos que pueden derivar en exclusión si no hay un sustento familiar, social o económico que lo apoye y a la hora de buscar trabajo parece que el muro de la discriminación reaparece.
Según se desprende de los datos obtenidos por la Fundación Adecco en el ‘II Informe Mujer con Responsabilidades Familiares no Compartidas y Empleo’, el 89% de las madres solteras y además en situación de desempleo ha afirmado sentirse «discriminada» en los procesos de selección por este motivo.
Para hacernos una idea nueve de cada diez familias monoparentales está encabezada por una mujer. Tienen mayor nivel de desempleo que las mujeres en general; un 26% frente a un 24,7% como tasa de paro general de la mujer. De las que trabajan más de la mitad tienen jornada parcial o bien porque no encuentran un empleo a tiempo completo o porque tienen que atender a su familia; y por último, un 41,7% tiene un empleo a tiempo completo. Además de aquellas que están en situación de desempleo la mayoría lleva ‘más de un año’; y casi una quinta parte de ‘uno a 6 meses’ sin empleo.
En una entrevista de trabajo la madre soltera a menudo puede sentirse discriminada porque la persona que le entrevista va realizando un cálculo de las posibilidades de la candidata en alto:
Madre soltera= + problemas, + cargas familiares, + salidas para atenderlas, – – – presencia en el trabajo = menos trabajo/menos productividad . No interesa.
Para estas mujeres su principal preocupación son los ingresos económicos aunque también hay temor a la exclusión social y verse afectadas en su autoestima o derivar en una depresión.
Si ya resulta complicado compaginar los aspectos laborales con los familiares para una madre soltera se ve agravado a la hora de encontrar un trabajo. De hecho con la intención de volver al mercado laboral la mayoría aceptaría un puesto de cualificación inferior a su formación y perteneciente a un sector diferente al que trabajaba con anterioridad y cambiarían de ciudad, o incluso de país.
En conclusión, en pleno siglo XXI ser madre soltera puede ser un factor de riesgo para la precariedad laboral, el desempleo, la exclusión social, la carga psicológica, familiar y personal. Los programas de conciliación de vida laboral y familiar todavía están muy lejos de las familias, pero de estas familias todavía más.
Alejandra Luengo