Los problemas de conducta en niños pueden tener diferentes modalidades. Menores que desobedecen y desafían a los adultos, que mantienen rabietas de forma frecuente, que acaban molestando a sus compañeros y manteniendo conflictos de forma constante con ellos en la escuela o fuera de ésta, donde parecen no escuchar los consejos o comentarios repetidos de los adultos.
Los adultos sienten que no son capaces de dominar la situación y de poner unos mínimos límites para ser respetados ante esos problemas de conducta en niños.
Normalmente los problemas de conducta en niños responden a algo que frecuentemente no imaginamos en la que puede existir una depresión o ansiedad infantil y en la que los adultos podemos participar de diferentes modalidades; no ser firmes con los que decimos, ansiedad y malestar de los padres, discusiones de pareja, depresión o malestar, el propio crecimiento de los menores, el acudir a un nuevo entorno como colegio, domicilio y muchos muchos más motivos.
Quizás la mayor preocupación que deberíamos tener es que un niño o niña que acaba siendo visto o «etiquetado» como con problemas de conducta es tratado de una forma específica donde cualquier comportamiento es catalogado como negativo, y eso los daña profundamente e interfiere en su desarrollo psicoemocional y autoestima.
Tratamiento ante los problemas de conducta en niños
Desde nuestro equipo siempre que trabajamos con un niño, niña o adolescente lo hacemos con su familia, sobre todo con sus progenitores y en los problemas de conducta en niños es primordial observar qué hace cada miembro de la familia y si este tipo de comportamiento se ha dado desde siempre, o ha sucedido algún evento importante que ha variado el comportamiento del menor.
Ante problemas de conducta de niños lo primero es desechar que este comportamiento pueda ser sintomatología de un trastorno de carácter psiquiátrico u orgánico.
Es necesario poder hacer un diagnóstico adecuado entre todos y saber lo que está pasando, y lo que está expresando el niño o niña con su forma de actuar, y cómo lo viven y responden padres y madres y desde el centro educativo, que pueden mejorar o empeorar la situación.
No se trata de dar recetas únicas y mágicas para solucionar las dificultades, sino un compromiso por parte de los miembros de la familia, sobre todo los padres de ayudar a su hijo o hija para que se sienta mejor, y por tanto la familia pueda estarlo. No es un problema del niño o niña, sino es un aspecto de toda la familia, y todos deben de verse implicados.
De esta forma el tratamiento alternará consultas con la familia, con los progenitores a solas, y también entrevistas individuales con el menor para poder realizar un tratamiento lo más integral posible, ayudando no sólo en los problemas de conducta de niños, sino a toda la familia.