¿Pospones continuamente las cosas que tienes que hacer?, ¿Acaba vulgarmente pillándote el toro?, ¿Eres de esos o esas que habiendo tenido tiempo más que suficiente para preparar una investigación, una presentación, una exposición, un trabajo, un examen, etc al final lo deja para el último momento y va con la lengua fuera? Entonces podíamos decir que tienes cierta adicción a posponer lo que requiere una respuesta inmediata.
Un chico que acude actualmente a consulta se queja de lo poco productivos que resultan sus días ya que se pone a ver series de televisión en vez de acabar su proyecto de fin de carrera. Una mujer, ya en sus cincuentas señalaba la semana pasada que todavía no ha hablado con su marido de cómo se van a separar cuando llevan durmiendo en habitaciones separadas varios meses y su relación está muy deteriorada.
Postergar está muy presente en la vida de multitud de personas sin por ello implicar una gratificación enorme, pero sí que consigue evitar una insatisfacción o malestar inmediata frente a una pequeña satisfacción que puede tenerse a corto plazo. En los casos anteriores por ejemplo, el chico al postergar su proyecto de fin de carrera evita enfrentar una nueva etapa vital que le atemoriza bastante. Entonces mantiene esa posición de seguir disfrutando del día a día de sus series y demás sin pensar en lo importante que es para él el poder dar por cerrada esa etapa de la universidad. Este chico por un lado aparentemente disfruta viendo durante horas la televisión pero en el fondo siente una gran insatisfacción personal y un sentimiento de fracaso enorme.
Postergar no deja de ser apartar una realidad que preferimos, normalmente inconscientemente, dejar a un lado, no enfrentar algo que podría ser importante, valioso o muy bueno para nosotros, sin embargo hacemos todo lo contrario ya que lo evitamos, lo alejamos, y al hacerlo nuestra autoestima y seguridad quedan afectadas y normalmente perjudicadas.
En el caso segundo del que se ha hablado, esta mujer no afronta con su marido la realidad de ruptura de la pareja, pero eso no significa que esté bien, que disfrute de las cosas o que se sienta segura y feliz. Cuando vino hace unas semanas a psicoterapia estaba en un estado de ansiedad muy grande, con su autoestima por los suelos y señalando que quería hacer lo que fuese para salvar su matrimonio. Sin embargo, su marido le había dicho que no sentía por ella mas que indiferencia desde hace mucho tiempo. Postergar la toma de decisiones respecto a separarse le estaba siendo mucho más dolorosa de lo que implicaría llevarlo a cabo, una forma de evitar algo doloroso haciéndose mucho más daño al no afrontarlo.
Postergar puede ser la tónica habitual en la vida de una persona implicando serias dificultades no solo para ella, sino para las personas de alrededor. Postergar decisiones personales como iniciar una relación con una persona, querer estudiar o trabajar, a qué dedicarse, si se quiere o no comprometer más en una relación, vivir juntos, tener hijos, estar en un trabajo u otro, cambiar o no de casa, etc, pueden convertir la vida de esas personas en una especie de laberinto que deteriora la seguridad personal y un infierno para los que están a su lado que también ven afectada su autoestima.
¿Y si se deja de postergar, qué ocurre?
Postergar puede ser analizado como una adicción a ese no enfrentar algo. La causas del por qué se decide postergar, las implicaciones, que conlleva, las conexiones entre el comportamiento y la postergación, los beneficios que se pueden tener en todos los niveles, etc, requiere de un trabajo psicológico en profundidad.
Dejar de postergar es para algunas personas prácticamente imposible. Hace unos años acudía una mujer a la consulta que sentía que si no postergaba las cosas para ir al final con la sensación de estrés, de no llegar, de estar al límite, etc., dejaba de ser ella misma. Había construido parte de su identidad en ese postergar aquellos aspectos importantes de su vida, y desde ese lugar se acababa colocando, lo que implicaba que se viese a sí misma, y necesitase verse como caótica, estresada, sin aliento, e irresponsable. El trabajo psicoterapéutico estuvo muy enfocado tras analizar el por qué de esos aspectos en poder darse la oportunidad de reconocerse y mirarse como alguien que podía afrontar las cosas y tomar decisiones que no implicasen postergar siendo muy consciente de que lo más habitual en ella misma durante años había sido todo lo contrario.
Por ello el trabajo personal es de gran ayuda ya que es poderse permitir verse y actuar de una forma diferente, donde el postergar no sea la tónica habitual y parte de su identidad, sino que pueda ser en un momento dado algo puntual y excepcional.
