El perdón, es importante para cada uno
A menudo se habla del perdón y se desgasta una palabra que tiene un significado y una trascendencia importantísima en la vida del ser humano. El perdón se origina porque una persona, institución, organismo, etc que ha causado daño a otra u otras tras madurar y reflexionar sobre lo ocurrido siente y cree que ha hecho algo mal y lo quiere expresar, o porque el que ha sido dañado desea hacerlo .
El perdón es personal e individual; primero porque hay una persona que puede pedirlo, y hay otra persona que ha sido víctima de esos hechos; que puede o no aceptarlo. Por lo tanto ninguna institución o persona puede exigir perdón o arrepentimiento a una u otra parte. Hay personas que sin que les hayan pedido perdón sienten que perdonan porque no quieren llevar el lastre del rencor sobre sus espaldas y hay personas que aunque se les pida perdón no perdonan porque no quieren, no pueden, todavía no han llegado a un proceso personal que implique poder hacerlo, etc. Por tanto es una elección libre, personal, y tiene que ser sincera. Exigir el perdón es como exigir a alguien que te quiera; no se puede hacer, porque es un sentimiento voluntario, libre, liberador para la persona…
Que sería lo más sano, lo más enriquecedor, por supuesto, ya que se podría recordar lo ocurrido pero no te quedas estancado en ese dolor. Pero es muy difícil hacerlo, y para llegar a pedir o a perdonar tiene que haber habido una maduración personal que a menudo implica acudir a una terapia, a un consejero, a un religioso, a un grupo de apoyo, a leer mucho sobre este aspecto, etc.
Decir perdón libera a la persona, es una expresión de madurez porque se reconoce el mal causado y se arrepiente de lo ocurrido. El perdonar no implica pasar página, u olvidarse de lo ocurrido, pero sí ser capar de reconocer que uno no quiere vivir con odio dentro. En los dos casos es un aprendizaje y conlleva mucho trabajo personal; no es fácil pedir perdón, pero mucho menos darlo cuando uno se siente dañado de forma injusta y arbitraria. Vivimos en tiempos donde nadie reconoce los errores y daños causados y donde el orgullo está muy presente, por lo que se habla de humillación cuando uno lo pide. Nada más lejos de la realidad. Lo que es humillante, desgastante y enfermizo es estar «atado» a un daño causado, considerando que nunca me equivoqué o que actúo correctamente. El perdón sana principalmente a uno mismo, pero descubrirlo no es fácil.