Afirmar que el abuso de Instagram nos deprime puede parecer muy pesimista, pero es una realidad.
Se repite en las personas jóvenes que atiendo que el uso de redes sociales, sobre todo Instagram, de forma repetitiva les altera su estado de ánimo y no para mejor. ¿Cómo una red social como Instagram, que en principio sirve para conectar y acercarnos a otras personas, puede afectar a nuestro estado de ánimo tanto?
La propia compañía Facebook, propietaria de Instagram, era conocedora de esta información. Hace unas semanas se hacían públicos unos documentos internos de Facebook filtrados en los que se reconocía que Instagram dañaba la imagen corporal de una de cada tres adolescentes.
No es de extrañar que esto sea así. A través de Instagram cualquier persona es espectadora de una vida ideal de los demás, muy alejada de la realidad y de la suya propia.
En Instagram se vende belleza, compañía, salud, en definitiva éxito. La mayor parte de las personas publicitan aspectos aislados de bienestar, felicidad y uno puede llegar a pensar que la realidad de los otros es así, sobretodo en una etapa de tanta necesidad de identificación con el grupo de pares como es la adolescencia.
Factores que generan ansiedad y depresión a través de Instagram
Lucir cuerpos esculpidos, cuidados, con las nuevas tendencias arreglados, mostrar abrazos con muchas personas diferentes, lugares diversos, fiestas, en definitiva una vida plagada de experiencias positivas, es una de las características principales que se observa en Instagram. Pocas personas cuelgan fotos en su cama llorando, viendo películas en su casa, o en la consulta de su terapeuta o su psiquiatra.
A través de una red social como Instagram uno se siente mirado y «admirado» por algo externo, de tal manera que su valía personal la coloca en la mirada de los demás; «Cuanto más me admiren, más valioso soy«.
De esa forma la persona trata de poner el máximo de aspectos para ser valorado, pero además tiene retos constantes, porque los demás, «mi público», también actúan de la misma manera y cuelgan continuamente aspectos que resaltan su éxito.
Esa visión repetida de una vida idílica de cualquier persona de mi alrededor permite que se desarrolle la conjugación de dos aspectos claves para que se genere depresión y ansiedad: un nivel de auto exigencia alto y también de autocrítica. » Yo debería de tener tantos amigos, un cuerpo fibroso y esculpido, más dinero, más diversión, mejor trabajo, etc y no lo tengo, por lo tanto soy un fracaso «.
A ese factor de autoexigencia se añade que en la adolescencia la persona se siente muy insegura en todos los niveles, pero especialmente con su cuerpo, y por lo tanto el nivel de autocrítica se dispara » Yo soy mucho más feo que este chico, no se me da bien el deporte, no tengo tantas amigas, no soy tan popular, no hago cosas tan entretenidas o divertidas, no tengo tanto dinero, tengo granos, por lo tanto no soy tan bueno como los demas. «
Esa conjugación de factores, si se produce de forma continuada y exclusiva puede provocar que la autoestima de la persona decaiga y por ello su estado anímico, por tanto el abuso de Instagram nos puede deprimir y generar ansiedad.
Esto implica que hay mucha diferencia entre una persona que puede conectarse a Instagram media hora al día y otra que puede pasarse cinco horas exponiéndose a esa comparativa y crítica.
Por tanto, el número de horas dedicadas a Instagram afecta al estado anímico. No es lo mismo quedar con unos amigos a jugar un partido de paddle que pasarse dos horas viendo las fotos y los vídeos de otras personas, porque se genera en esa última persona un sentimiento de exclusión; «¿ por qué los demás sí y yo no?» Y en una edad como la adolescencia eso se repite y hace mucho más mella.
Además, no hay que obviar que a través de una red social como Instagram uno se expone y puede recibir ataques de otras personas a todos los niveles. Yo muestro mi cuerpo, mis aficiones, mi vida y no todo el mundo las va a aplaudir
No podemos obviar que en Instagram frecuentemente se puede recibir acoso a través de críticas voraces repetidas, sostenida a través de la protección que le da al critico una pantalla, pero que puede derrumbar el estado anímico de la otra persona, sobre todo de los adolescentes, mas dependientes de la mirada de los demas.
Abuso de Instagram como conducta autodestructiva
Es curioso que a varios jóvenes, y no tan jóvenes, que atiendo en la consulta, una de las conductas autodestructivas que han elegido disminuir es el uso abusivo de las redes sociales, porque todos señalaban que les generaba estrés, ansiedad, sensación de que su vida se quedaba atrás, no avance, etc.
Por poner un ejemplo, pongamos el caso real de una joven de menos de treinta años que se encuentra profundamente deprimida y que tiene dificultades para ir al trabajo, tener relaciones sociales, poder estar con su novio, etc.
Cualquier pequeño plan se le hace cuesta arriba y supone un sobreesfuerzo, porque dispone de muy poca energía y se encuentra tratando de sacar adelante su cotidianidad, que le cuesta mucho.
Si esa persona se mete en Instagram y lo que ve son personas disfrutando, haciendo cosas muy especiales, viajes maravillosos, encuentros, etc, ¿Cómo se va a encontrar?, ¿De qué ayuda le va a servir? Absolutamente de nada, porque lo único que va a sentir es que tiene demasiada distancia entre lo que ella vive y lo que tienen las demás personas, lo cual le va a deprimir más y le va hacer sentir que lo suyo no vale, que no consigue mejorar, pasando por alto sus logros, lo cual iría en contra de su proceso terapéutico y que hay que tratar de disminuir al máximo.
Como poder usar Instagram sin hacerme daño
Sabiendo que Instagram es una red social que «vende», se deberían tener presentes una serie de aspectos para la salud mental:
-Ajustar expectativas sobre mi vida y sobre la de los demás, sabiendo que lo que se cuelga no es la realidad de esas personas, es una fotografía concreta, en un tiempo concreto, lo que pasa es que se repite, porque una red como Instagram alberga a millones de personas.
-Búscale una utilidad más allá de ser un «espectador» de la vida de los otros. Sea por afición, superación, reto, pero no como una forma de compararte y de reforzar la autodestrucción.
–Limitar el tiempo de uso. Cuanto menos mejor. Es infinitamente de más ayuda quedar con amigos a dar un paseo, correr o ir al cine que dedicarme dos horas a estar en Instagram. No al abuso de Instagram.
-Que no consuma tiempo de sueño y de descanso ya que el sueño es reparador y necesario, mientras que Instagram no lo es, y dormirme teniendo en mente la comparativa de vida de los demás no va a favorecer un descanso sanador, sino todo lo contrario.