Tener padres deprimidos es un factor de riesgo para sufrir un trastorno emocional como puede ser los relacionados con la ansiedad y la depresión.
Un estudio longitudinal que fue analizando durante 30 años a familias donde existía un bajo y alto riesgo de depresión concluyó que los hijos de padres deprimidos sufren un mayor riesgo de depresión, morbilidad y mortalidad, sobre todo en edades que comprenden de los 15 a los 25 años.
El riesgo de tener episodios recurrentes de depresión o ansiedad fue aproximadamente tres veces mayor en la descendencia de padres deprimidos.
Parte de esas mayores tasas de depresión en el grupo de alto riesgo se explicaron en gran medida por los inicios tempranos de los trastornos emocionales, ya que muchos hijos crecieron bajo la sombra de padres deprimidos.
Un aspecto importante es que hubo un aumento de la mortalidad en el grupo de los hijos de padres deprimidos (5,5% en comparación con el 2,5%) debido a causas no naturales, con una diferencia de casi 8 años en la edad media de la muerte (38,8 años en comparación con 46,5 años).
La adolescencia es un factor de riesgo para que se pueda desarrollar una depresión, pero si a ésto se añade tener o haber tenido padres deprimidos el nivel se incrementa.
Los padres deprimidos transmiten una manera de verse a sí mismos y a sus hijos, a los demás y al mundo que conlleva una sensación de vulnerabilidad e impotencia que trasladan a sus hijos, sin percatarse de ello, favoreciendo entre muchos aspectos esa visión de indefensión ante un entorno hóstil.
Además la persona deprimida interactúa y se relaciona de una forma más distante o desconectada con el «otro», transmitiendo al hijo que tiene una preocupación mayor, dificultando así el establecimiento de un apego sano.
Aunque los grupos con alto y bajo riesgo no presentaron diferencias en educación, empleo o nivel de ingresos durante los 30 años de seguimiento, el grupo de hijos de padres deprimidos tenía más posibilidades de haberse divorciado y de tener menos hijos. También de haber recibido más tratamientos por problemas emocionales durante más tiempo y tenían un peor funcionamiento general en su vida cotidianas que el grupo de bajo riesgo.
Los hallazgos del estudio muestran el potencial de una evaluación de historia familiar. En realidad este aspecto es fundamental a la hora de prevenir futuras depresiones a largo plazo, o trabajar previamente con los adolescentes para evitar depresiones de forma recurrente y su curso deficiente a largo plazo.
Dado que esta investigación confirma que los hijos de padres deprimidos tienen tres veces más probabilidades de tener episodios recurrentes de depresión y ansiedad es necesario tenerlo en cuenta en la intervención psicoterapéutica.
Frecuentemente cuando se trabaja con adolescentes o jóvenes deprimidos en psicoterapia es fácil encontrarse con uno de los progenitores o ambos que sufren o han sufrido un trastorno emocional.
Por tanto la importancia del tratamiento psicológico con padres deprimidos favorece la reducción de la morbilidad en la descendencia. Por supuesto ante niños y adolescentes deprimidos es necesario trabajar a nivel familiar y valorar la implicación y sintomatología de los padres, ya que pueden ser padres deprimidos y sin darse cuenta estar dificultando la mejora de sus hijos.
Si quieres acceder al estudio completo