Contribuir a un programa de lenguaje de signos, otro de alfabetización, educación, teleasistencia para personas mayores, rehabilitación con mujeres que han sufrido cáncer de mama, drogodependientes, apoyo para programas con personas desempleadas, niños diagnosticados con cáncer, ayuda para personas con discapacidad, intelectual etc. Imposible contribuir directamente con nuestra acción a tal cantidad de gestos ante tanta necesidad. ¿A qué distancia nos toca cada una de esas situaciones?, ¿Lo vivimos como algo lejano? Lo cierto es que es la realidad de millones de personas en España.
Vivimos un contexto de recortes, eso ya lo sabemos. Programas y entidades sociales han anulado o cerrado muchas de sus intervenciones por falta de presupuesto en estos últimos años por recorte de subvenciones. Si son esas organizaciones sociales las que en gran parte realizan aquello donde el Estado no llega, ¿qué sucede si desaparecen? ¿Qué ocurre si se deja de apoyar a los ex reclusos para que puedan reincorporarse al mercado laboral?, ¿Qué sucede a todas las personas que ya no reciben ayudas para los cuidados de personas dependientes?
Una de las vías para apoyar esos programas es a través de la declaración de la renta. En España hay 19 millones de personas que hacen la declaración y una de las posibilidades que hay es marcar que parte de nuestros impuestos vaya a entidades sociales. Todavía un 50% de las personas que realizan su declaración de la renta no marcan la X social o bien porque no señalan ninguna casilla, o porque sólo destacan la casilla de la iglesia, sin embargo marcar las dos no es excluyente ya que cada una sería beneficiada con un 0,7%, así que si se desea se puede elegir marcar la X solidaria conjuntamente con la de la asignación a la Iglesia Católica.
En la campaña de la renta del año pasado 300.000 personas más marcaron la X solidaria, lo que conlleva que las entidades sociales puedieran recibir cerca de 270 millones de euros. Ese dinero no se utiliza para la estructura de las ONGS, sino para los programas que realizan como proyectos de acción social (el 77,72%), los programas de cooperación al desarrollo (el 19,42%) y los destinados al medio ambiente. Para hacernos una idea un 10% de las organizaciones sociales que reciben subvenciones a través del IRPF son católicas. ¿Por qué son importantes estas ayudas? Porque 425 entidades reciben financiación para hacer frente a proyectos sociales para diferentes programas que pueden beneficiar a seis millones de personas (personas mayores, personas con discapacidad, jóvenes, mujeres e infancia y familia que son los grandes beneficiados). Aparte de todo el empleo que se genera para profesionales de educación social, trabajo social, psicología, enfermería, medicina, educación, y así infinidad de profesionales.
Cuando se deja en blanco, es el Estado quien decide el destino de esa parte de los impuestos de cada ciudadano. Al señalar que queremos que el 0,7% de nuestros impuestos se destine a causas sociales estamos haciendo de una forma indirecta un gesto que ayuda a personas concretas, por lo que por esta vía nos hacemos protagonistas para destacar dónde queremos que vayan parte de nuestros impuestos, sin que nos suponga mayor gasto.
Donde el Estado no está actuando llegan otras entidades como Caritas, Cruz Roja, Federación de Mujeres Progresistas, la Unión Española de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD), Asociación Española Contra el Cancer (AECC), Manos Unidas, Farmacéuticos sin Fronteras, Médicos sin Fronteras, Mensajeros de la Paz y muchas más. La gran mayoría de todas todas estas organizaciones contribuyen a lograr una sociedad inclusiva y más llevadera para personas que se enfrentan con diferentes muros en su realidad cotidiana (discapacidad, desempleo, pobreza, malos tratos, enfermedad, inmigración, dependencia….) que sufren y viven en nuestro país y fuera de éste.
Alejandra Luengo