Hace casi dos años FEAPS (Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual) estrenó el documental «También somos mujeres» donde se pone en valor la capacidad de las mujeres con discapacidad intelectual y avanzar así su inclusión social.
A mí el título me llamó la atención en su momento porque quizás hubiese reforzado el papel prioritario de ser mujer que el que éste sea complementario a la discapacidad intelectual; vamos que seguramente lo hubiese titulado: «MUJERES CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL, PERO SOBRE TODO MUJERES», pero es un documental que os invito a verlo por el aprendizaje que podáis sacarle en vuestra vida, tengáis cerca o no a una persona con discapacidad intelectual.
Me gustaría primero señalar que la discapacidad intelectual según la AAIDD (American Association on Intellectual and Developmental Disabilities): «Es una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa que se manifiesta en habilidades adaptativas conceptuales, sociales, y prácticas». Supone entonces una serie de limitaciones en las habilidades que la persona aprende para funcionar en su vida diaria, sin ser una enfermedad mental.
Por desgracia lo que nos encontramos es que el desconocimiento genera que a menudo las familias, sociedad, y muchos profesionales que trabajan con estas personas; sean psicólogos, trabajadores sociales, educadores….señalen erróneamente que la causa de cualquier problema que vaya a tener esa persona es por su discapacidad intelectual (si sufre violencia de género, si no ejerce bien la maternidad ). Eso es claramente una mirada muy sesgada, focal y errónea.
El documental recoge el testimonio de cuatro mujeres con discapacidad intelectual y las dificultades que supone para ellas, en el día a día el hecho de ser mujeres, tener discapacidad, y que ésta sea intelectual. A través del reflejo de su vida cotidiana, se pone de manifiesto la importancia de acceder a un empleo, a la educación, a la protección frente a la violencia de género y a la posibilidad de tener una vida en pareja. La quinta historia visibiliza el importante rol de las madres de personas con discapacidad y las renuncias personales y familiares que realizan con el fin de garantizar el bienestar de su familia. En definitiva, la lucha de mujeres con características específicas para salir adelante en el día a día y el acompañamiento de recursos, personas e instituciones que apoyan su lucha.
Desde mi profesión donde llevo mas de trece años viendo a familias, tengo muy claro que tener un nivel de inteligencia alto no asegura ser una buena madre. La maternidad va mucho mas allá de la inteligencia; se enfoca desde el amor, el cuidado, el saber enseñar a los hijos saber enfrentarse a la vida y muchas de estas mujeres tienen que afrontar día tras día infinidad de obstáculos. Por desgracia casi más del 70 por ciento de las mujeres con discapacidad intelectual en edad de trabajar no lo hacen y eso es un profundo obstáculo que las limita mucho más que su propia discapacidad.
Las familias o el entorno a menudo las protegen y no fomentan que desarrollen las capacidades que tienen, y es ahí donde está el error, enfocarse en la discapacidad en vez de en las habilidades y recursos que tiene cada persona específica. Eso es uno de los aspectos que he trabajado a menudo en terapia psicológica con las familias donde había una mujer con discapacidad intelectual. Algunos padres sufrían con muchísima angustia que su hija quisiera hacer cosas de mujer; porque ellos las veían como unas «eternas niñas» a las que decir lo que tienen que hacer. A muchas de ellas el empleo les permitía crecer, desarrollarse, ser más mujeres y relacionarse. El trabajo familiar consistía en facilitar la autonomía y afrontar los miedos lógicos que se desencadenan, porque tener un trabajo es una de las mejores vías para identificar sus recursos sus habilidades, conocer a otras personas con las que relacionarse, crecer, desarrollarse y distinguir cuando alguien no les trata bien.
No os perdáis el vídeo y fijaos lo interesante que señala cada mujer sobre el futuro que desea. Todas hablan de autonomía, de salir adelante, de poder tener una estabilidad financiera y personal. Tienen ilusión por tener una vida como la de cualquier otra mujer: trabajo, pareja, sexualidad, etc. Todavía permanecen reminiscencias de quien cree que es mejor limitarlas esos deseos y favorecer el control y la prohibición. Lo único que genera eso es dependencia y más incapacidad; ¿Acaso no es mejor acompañarlas y fomentar su propio autoconocimiento para que sepan detectar situaciones de riesgo, cuidarse y salir adelante por ellas mismas?
Estas personas, estas mujeres existen, no son invisibles. Son luchadoras natas con mucho que enseñar. Que nadie hable por ellas, tienen mucho que decir. ¿Estamos dispuestos/as a escucharlas?
Alejandra Luengo