Este post va dedicado a todas las mujeres que no pueden ser libres y a aquellas que han logrado ser ellas mismas con mucha dedicación, esfuerzo y hasta riesgo de sus propias vidas. También a aquellos hombres que las han apoyado para lograrlo, porque han sentido y entendido que también es su causa y no se tiene por qué tener miedo.
Dedicado a las cuidadoras de personas dependientes, que según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en nuestro país representan un 83% de las personas que cuidan, abarcando desde hijas, esposas, madres, nueras, hermanas.
También a aquellas mujeres de todas las edades que han sufrido trata (explotación sexual y tráfico de mujeres), por aquellas de las que se ha abusado por el hecho de serlo, por las que trabajan en casa y no se las valora, por las que lo hacen fuera y tampoco lo reciben, por las que dejan atrás y dicen no a una relación de maltrato, por aquellas que están desempleadas, por las que denuncian una situación de opresión, por las que sufren alguna enfermedad, por las que se opusieron a ciertas situaciones y nos abrieron y abren camino, por las que son modelos de referencia para otras y otros y continuamente nos enseñan: madres, hermanas, amigas, tías, sobrinas, cuñadas, suegras, nueras, y por las niñas que podrán ser y conseguir nuevos retos y proyectos. Por las que bailan, ríen, lloran, crean, juegan, salen y buscan saber quiénes verdaderamente son y por aquellas que todavía no lo pueden hacer.
Por todos ellas, mujeres que a menudo se mueven al borde de un ataque de nervios, de ansiedad, de miedo, de tristeza, de superación, de hacerse valorar en lo pequeño, de ser ellas mismas, de evolucionar. Por ellas, por nosotras.
Alejandra Luengo