Tanto en terapia como en algunas reuniones sociales he escuchado a personas que se han quejado de la pobreza de muchas de sus relaciones sexuales. A menudo señalaban que no acababan de disfrutar con su pareja, o con la persona con la que habían tenido sexo, porque ésta rápidamente iniciaba la penetración, o porque estaba muy fría, sin ganas, etc.
Para saber disfrutar de la sexualidad cada persona tiene que conocer qué zonas son las que le predisponen y excitan más para mantener relaciones sexuales. Aunque pueda haber una serie de espacios más generales: el cuello, los lóbulos de las orejas, la zona interna de los muslos, la parte posterior de la rodillas, el pecho, los labios, el pene, la vagina.. cada uno/a posee los suyos específicos que no tienen por qué coincidir con los anteriores. Hay personas que disfrutan mucho con las caricias en los pies, en el pelo, la espalda, la axila, las nalgas y hay a otras que les horrorizan o les genera incomodidad. Cuestión de gustos, experiencia y sobre todo conocimiento personal.
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En el sexo el estimular ciertas zonas es tan o más placentero y relevante como el orgasmo, y a menudo si no se hace lo primero no sucederá lo segundo. Además a nivel psicológico a través de ese tiempo de dedicación se muestran varios aspectos claves para la relación. Primero que la otra persona se preocupa porque disfrutes según lo que a ti específicamente te gusta, por lo que tiene en cuenta tu placer y tu persona y te pregunta si te agrada, segundo y todavía más importante, que eres capaz de pedir y/o sugerir en un momento dado que se centre en cierta zona que te da placer a ti. Las personas no somos adivinas para saber lo que a cada cual le puede atraer más o menos. No hay que tener miedo o vergüenza de demandar lo que nos da placer porque es una forma de valorarnos y de cedernos un espacio para disfrutar junto a otra persona. Si te están lamiendo la oreja y a ti en vez de estimularte te pone nervioso/a y te callas, eres tú quien está frustrándose y boicoteando una relación sexual que podía ser placentera. Y si a pesar de solicitar claramente lo que deseas no obtienes respuesta plantéate si te compensa repetir y puedes comentarlo a la otra persona como algo que te hace sentir incómodo/a.
Tú pide, da, escucha, percibe y disfruta; en eso consiste una relación sexual satisfactoria.
Alejandra Luengo