Hace unas horas hemos recibido en nuestro correo electrónico la petición de retirada de un juego como es el Party Girls. La madre que ha tomado la iniciativa señala los motivos de iniciar su petición a DISET para solicitarlo. Al final de este artículo os adjuntamos el link por si queréis saber sus motivos y firmar la petición.
La inocente descripción de Party Girls es que es un divertido juego para jugar entre amigas, con 4 diferentes categorías (moda, belleza, ocio, cultura). La madre relata como jugando con sus hijas de cinco y de ocho años se encontró preguntas del tipo:
”Di antes de medio minuto tres marcas de colonia, de ropa, de móvil, de reloj, de tejanos…”
«¿Cuál de estos 3 estampados te haría más esbelta? 1-Cuadrados. 2- Rayas horizontales. 3- Rayas verticales”
“Actúa durante 30 segundos como si recibieras un SMS del chico que te gusta”
“Actúa como si te encontraras a tu ídolo por la calle”
“Durante medio minuto actúa como si fueras una supermodelo de pasarela”
Para mí Party Girls es uno de los tantos juguetes sexistas que hay en el mercado donde se repiten modelos sexuales que dan una imagen de la mujer muy centrada en el aspecto físico, poco intelectual, superficial, y orientada a gustar o atraer al hombre. Fomentar valores como sumisión, dependencia, amor como «salvación» no son muy ajenos a los que se daban hace sesenta años en nuestro país y los seguimos encontrando en nuestro entorno. Muchos de los juegos son materiales dicotómicos; juegos polarizados como por ejemplo la pistola frente a la escoba, o los videojuegos que muestran un tipo de mujeres muy distantes de la mujer real que describiré más profundamente en artículos próximos. El problema no es fomentar valores de diferenciación, porque somos diferentes, sino la discriminación y desigualdad al generar una jerarquía donde hay valores que destacan frente a otros, y siendo esos los que se han asignado al hombre.
Y es que un juguete educa de una manera u otra y fomenta una serie de actitudes y valores, construyendo estereotipos y prejuicios. Todo lo que se le oferta a un niño a nivel material es sexista; es modelador de prejuicios. Genera ideas e imágenes de lo que somos, de lo que «deberíamos» ser, y de cómo nos comportamos como hombres y mujeres. No señalo que sea causa-efecto, pero que sí influye. Modela estereotipos de género de una manera más o menos severa, y por tanto es parte de la construcción de la identidad.
Que la sociedad sigue siendo sexista no es algo nuevo. Estamos rodeados en la publicidad, en los juegos, en el trabajo, en las redes sociales, en los medios de comunicación. Pero si estamos aparentemente siendo educados de forma igualitaria, si en teoría tenemos las mismas oportunidades no fomentemos aptitudes sexistas si podemos, y hoy por hoy podemos controlarlo, elegir un tipo de juego que no recree una imagen de un hombre o una mujer en los que no queremos que se conviertan los niños y las niñas de ahora, pero tampoco entonces permitamos que vean y escuchen determinados programas televisivos y/o comportamientos en casa.