Cuando sufrimos una pérdida, como el fallecimiento de un ser querido, a menudo experimentamos un dolor inmenso que supone el inicio de un proceso de adaptación emocional que llamamos DUELO. Las pérdidas pueden ser de diferente índole (no limitándose exclusivamente a la muerte). Frecuentemente nos vemos inmersos en procesos de duelo tras una separación o divorcio, tras la pérdida de un trabajo, tras la pérdida de alguna capacidad tras un accidente,…
La psiquiatra Kübler-Ross en su libro de 1969 “On Death and Dying” (basado en su trabajo con pacientes en fase terminal) describe por primera vez 5 etapas en el duelo.
1. Fase de Negación (supone negarse la pérdida a uno mismo o incluso a los demás, es decir, la persona niega la realidad).
2. Fase de Ira (se experimenta un estado de enfado y rabia que puede ir dirigido en todas las direcciones: hacia el ser que hemos perdido, hacia otros familiares y amigos, hacia uno mismo… todo ello por no haberse podido evitar la pérdida).
3. Fase de Negociación (se intenta negociar la pérdida buscando incluso una solución a pesar de ser consciente de la imposibilidad de que eso ocurra; es muy frecuente “negociar” con Dios incluso en personas que no son creyentes para aferrarse a un mínimo de esperanza tratando de escapar al dolor).
4. Fase de Depresión (la persona experimenta una gran tristeza por la pérdida).
5. Fase de Aceptación (la persona asume y acepta la pérdida pudiendo alcanzar un estado de paz a partir del cual empieza a convivir con la ausencia de la pérdida).
Las personas durante la elaboración del duelo no necesariamente pasan en este orden por las distintas fases. Asimismo, no tienen por qué pasar por todas las etapas, pudiendo sólo experimentar alguna de ellas. La elaboración del duelo es un proceso muy personal de cada uno, sin embargo, cuando la persona no alcanza la fase de aceptación y se queda estancada en alguna otra fase anterior durante un largo periodo (los psicólogos estimamos más de 6 meses) nos encontramos ante un duelo congelado o un duelo patológico.
Cuando la persona experimenta un duelo patológico sufre síntomas como: anhelo / añoranza persistente del fallecido, pena y malestar intensos en respuesta a la muerte, importante dificultad para aceptar la muerte, dificultades para rememorar de manera positiva al fallecido, sentimientos de culpa, evitación excesiva de los recuerdos del fallecido, deseos de morir para estar cerca del fallecido, sentimientos de soledad desde la pérdida,… Cuando el duelo se torna patológico conviene consultar con un profesional, también en aquellos casos que se complican y se manifiestan como un duelo prolongado, cuando el duelo se manifiesta a través de algún síntoma somático o conductual enmascarado o también cuando el duelo se manifiesta con una reacción exagerada.