La depresión infantil es a menudo difícil de detectar porque, si ya en los adultos es difícil discriminar que están padeciendo una depresión, en los niños esto se radicaliza mucho más ya que no suelen entender lo que les pasa, a menudo no saben cómo pedir ayuda y ni siquiera saben qué tipo de apoyo necesitan, y porque frecuentemente los adultos estamos tan ocupados en otras cuestiones que no nos percatamos de que el niño o adolescente está sumido en una depresión infantil de mayor o menor gravedad, no nos damos cuenta o o deseamos ser conscientes de que nuestro hijo o hija lo está pasando mal. Los adultos perdemos en nuestro camino de crecimiento la capacidad de empatizar con las emociones de cuando uno es niño, y ahí es cuando uno es mas sensible y se da cuenta de todo.
Hay muchos menores que no expresan cómo se sienten; pueden ser niños sobreadaptados, es decir que no llaman la atención porque su comportamiento es bueno en la casa y el colegio, sus notas no destacan por ser negativas, pero sin embargo son niños sin ilusión por vivir, que no verbalizan esa tristeza y malestar que están sintiendo pero sin embargo se encuentran sin ánimo. Hay otros que se comportan de forma disruptiva o con aparente estado de ansiedad, y lo que presentan por debajo es una depresión.
Hay síntomas que pueden darse de forma leve (malestar, cansancio, pérdida de apetito, falta de interés y comunicación, alteraciones del sueño, etc) y otros más graves como ideas de muerte o intentos de suicidio que sobre todo hay que tener en cuenta si ha sucedido un acontecimiento brusco en la vida del menor (separación de los padres, muerte de algún ser querido, cambio de colegio, cambio de casa, mala relación entre los progenitores, desempleo de alguno de los padres, la propia depresión de alguno d elos progenitores, enfermedad, etc). No hay que dar por supuesto ningún aspecto y es de gran importancia abordar la depresión infantil cuanto antes desde la intervención familiar.
Tratamiento de la depresión infantil
Desde Alejandra Luengo siempre que trabajamos con un niño, niña o adolescente lo hacemos con su familia, sobre todo con sus progenitores y en la depresión infantil es necesario analizar las situaciones ue se pueden haber ido dando hasta llegar a dicha situación, la respuesta de cada miembro de la familia y los efectos del mismo en el estado anímico del menor.
La depresión infantil muchas veces está encubierta con otro tipo de comportamientos. Por ello es fundamental que el niño o adolescente se sienta con derecho para poder compartir lo que está sintiendo y pueda recibir apoyo por parte de su familia, sobre todo de sus progenitores.
No se trata de dar recetas únicas y mágicas para solucionar las dificultades, sino un compromiso por parte de los miembros de la familia, sobre todo los padres de ayudar a su hijo o hija para que se sienta mejor, y por tanto la familia pueda estarlo. A veces con pequeñas acciones de los adultos los meres se sienten legitimados, valiosos para poder compartir lo que viven, etc.
De esta forma el tratamiento alternará consultas con la familia, con los progenitores a solas, y también entrevistas individuales con el menor para profundizar en la depresión infantil y que lo pueda expresar a través de diferentes herramientas. Se trata de poder realizar un tratamiento lo más integral posible señalando la depresión infantil como una sintomatología de toda la familia, no exclusivamente del niño, niña o adolescente.