¿Cómo afecta tener hijos a la pareja?
Una de las crisis vitales más importantes en una pareja es la llegada de los hijos. La forma en cómo se afronta dicha situación desde el principio determina el fortalecimiento o debilitamiento de la relación a corto y a largo plazo.
Cuando llega un bebé a la pareja se produce un enorme cambio vital, ya que, de estar centrado en la relación o de disponer de espacios personales, se pasa a que prácticamente la totalidad del tiempo la absorba el nuevo ser que nos va a necesitar de forma continua para poder sobrevivir. Los espacios personales, entonces, van quedando muy reducidos, o incluso anulados, pero los de la pareja suelen ser los que se ven más afectados.
Muchas parejas y personas coinciden en considerar la llegada de los hijos como el comienzo del deterioro en su relación. Frecuentemente, estamos tan inmersos en las urgencias del día a día que nos resulta inviable pararnos, pensar sobre ello y ver la manera de enfocarlo de una manera que resulte mejor para la pareja y para ambos. Además, nos encontramos con que poder hablar de ello con otras personas resulta complicado, ya que socialmente se presiona para que la llegada de un hijo sea un momento feliz, de unión y cercanía, pero eso no significa que no haya que poner encima de la mesa cómo estamos y renegociar todo lo relativo a la pareja.
En este artículo recogemos las experiencias y testimonios verbalizados por muchas mujeres y hombres tanto en psicoterapia como en actividades grupales que nos pueden ayudar a la hora de enfocar este periodo y sobre todo ser consciente de que lo que vives no te pasa únicamente a ti.
Principales dificultades que encuentran muchas parejas tras tener hijos:
–Falta de tiempo personal, de sueño y de descanso, lo que genera que se puedan dar situaciones de tensión y explosiones de ira, sobre todo por parte de la persona que está más cansada.
–Desequilibrio en la implicación. Generalmente, la madre empieza a asumir la mayor parte del cuidado del recién nacido, sobre todo si da el pecho, y la otra persona se queda en un plano más periférico o con ayudas puntuales, sin sentir que es una responsabilidad compartida. Este hecho puede generar un sentimiento de rabia y de rencor hacia la pareja, que sale antes o después en forma de reproches, de distanciamiento afectivo y físico, lo cual acaba reforzando ese lugar periférico del padre y deja a una madre sobrecargada y con un profundo sentimiento de soledad.
–Ausencia de tiempo en pareja. En ocasiones, los hombres sienten que son desplazados tras tener hijos y que su pareja no les dedica atención a ellos. Esto puede conllevar que el padre se distancie o que, incluso, llegue a sentir celos del bebé y se aísle más, o se cree un mundo de aficiones o disfrute paralelo: en el trabajo, con el deporte, con diferentes actividades, etc . que las disfruta para él, pero que no es tiempo de gozar con la pareja.
–Falta de reconocimiento. En muchas ocasiones se considera que el trabajar fuera de casa tiene más valor que el que lo hace cuidando a un bebé. Muchas mujeres manifiestan que no se han sentido reconocidas en su labor de “criar” a sus hijos, como si esa labor fuese, a nivel social, de segunda categoría por no recibir una remuneración económica. Esta situación supone una elevada presión dentro de la pareja.
–No asumir que la situación ya no es la de antes y que es necesario realizar cambios y renuncias por parte de cada miembro de la pareja.
Algunos aspectos a tener en cuenta que pueden ayudar:
–Hablar y pedir ayuda a la pareja (se necesita más de lo que pensamos). No exigiéndole, pero sin callarse.
-Poder buscar espacios donde poder compartir lo que se está viviendo, sea mediante talleres o grupos, o incluso psicoterapia.
-Buscar un cierto equilibrio en el cuidado de los hijos. Mientras la madre da el pecho la pareja puede ir realizando otras actividades relativas al cuidado u organización doméstica.
-Facilitar y encontrar tiempos para la pareja, para poder realizar cosas juntos, de ocio, de disfrute sin tener siempre al bebé al lado. Si se cuenta con un familiar que pueda apoyar es estupendo, si no, siempre se puede contratar a una ayuda externa.
-Asumir que la otra persona no va a hacer las cosas exactamente igual que yo, pero no por ello tiene que ser peor. Es importante que la implicación de cara a los niños sea lo más equitativa posible, y para ello no se puede pretender controlar todo lo que hace el otro. En la experiencia de la maternidad y la paternidad se aprende de cero, y se va aprendiendo con la práctica.
Por supuesto que tener hijos afecta a la pareja, pero puede ser un camino que, por falta de cuidado se llegue a dividir en dos, y tome cada uno una dirección diferente al cabo de un tiempo, o que ambos vayan a la par, caminando en un mismo sentido y siguiendo compartiendo objetivos y fases en la vida.
Equipo Akana