Enviudar, retos para uno de los momentos vitales más duros
Enviudar es uno de los momentos más duros en la vida por los que puede atravesar una persona. Parejas que llevan una trayectoria vital juntas, donde han podido compartir gustos, intereses, rutinas, perspectivas de vida, hijos, amistades, etc derrepente se encuentran que les falta esa otra parte que les complementaba, ese compañero o compañera de camino con el que han podido realizar numerosas actividades cotidianas.
Por ello enviudar no es solo perder a la persona que se amaba o con la que hemos podido compartir parte de nuestra vida, es también perder parte de nosotros. Cuando la pareja muere, también hay una parte nuestra que se va con ella, que nos puede dejar de alguna forma inmersos en el desconcierto o bastante perdidos sobre la dirección que tomar. Con la pareja se han construido durante horas, días, semanas, meses y años rutinas, hábitos, horarios, actividades, costumbres que cuando el otro se va se quedan «cojas» y que poco a poco tendrán que volver a ser instauradas o transformadas por unas nuevas.
Por tanto al enviudar hay aspectos que uno siente que se desvanecen y que no solo son emocionales o vitales sino también cotidianos; desde el desayuno, hasta el paseo por las mañanas, la compra, lo que se ve en la televisión, las quedadas con amigos o con los hijos, la hora de dormir y la forma de hacerlo, etc.
Muchas personas que he atendido en psicoterapia a lo largo de los años y que han pedido ayuda al enviudar y ver que no mejoraban y se quedaban enganchados a ese dolor, señalaban que les había invadido un sentimiento de dejar de sentirse «parte de» y pasar a verse que estaban «fuera», más instaladas en el pasado que en el presente, dejando de vivir por ellas mismas. Un sentimiento generalizado de malestar e inseguridad les acababa invadiendo ya que sus rutinas o actividades cotidianas quedaban cojas.
Al enviudar la necesidad de reajustar la vida va a ser fundamental, pero también va a llevar su tiempo. Es inviable pretender que la persona esté ilusionada o con las mismas actividades que antes al poco de fallecer su pareja. Enviudar implica perder muchas cosas, y eso duele, y tiene que doler. Es un momento de pérdida y hay que permitírselo y no taparlo o intentar salir de ahí lo antes posible, presionando o presionándose. Recuerdo una mujer viuda que me contaba que tras unos meses de haber perdido a su marido tras una larga enfermedad recibía continuamente mensajes por parte de sus hijos de que ya era hora que pasara página, que hiciese otras cosas y que dejase de lamentarse; todo requiere su tiempo, y no se debe forzar. Si tras un periodo de más de un año la persona sigue encontrándose con la misma sintomatología que al principio de enviudar ahí sí podemos hablar de la necesidad de requerir ayuda profesional, pero no se debe presionar.
Aspectos que pueden ayudar al enviudar
Lógicamente estar mentalizado a que la pareja puede morir ayuda al enviudar. No es lo mismo ser consciente que mi pareja está enferma a que sea un fallecimiento inesperado. De la misma manera el que uno pierda a su pareja siendo joven, comenzando un proyecto de vida, o al poco de trayectoria de dicho camino, es un golpe tosco y hasta traumático para ser asimilado.
Por tanto al enviudar consuela haber sido capaz de decir y mostrar a la pareja lo que se ha sentido y poderse despedir. Cuando fallece la pareja es de gran ayuda sentirse acompañado, pero también tener ratos personales, el no evitar hablar de la persona fallecida, el poder ir haciendo ciertas actividades como las que se realizaban previamente, el seguir viendo a las amistades y familiares, y que éstas acojan a la persona, el cuidar de otros viéndose con esa capacidad de ayudar y de sentirse útil.
Para terminar hablaros de un vídeo que se adjunta en el post y que se publicó hace unos días. Ha sido viral en las redes por mostrar como un hombre mayor le canta a su mujer moribunda su canción de amor. La pareja de 93 y 92 años llevan casados más de cincuenta años y en la filmación se despiden de forma calmada, sin prisas, con humor y también lágrimas, pero reflejando mucho amor. Él, llamado Howard, le comenta a ella: » Yo soy el mejor amor que has tenido, mejor que ningún otro», ella le responde que le quiere, que se cuide, y él también le dice que le ama. Ella, débil y escasa de fuerzas reitera que el amor está por encima de todo, y cómo repite una y otra vez a otras personas que permanecen en la habitación respecto a su marido: «¿Acaso no es dulce?». Enviudar no tiene por qué ser un drama, aunque es una experiencia dolorosa. Es dejar marchar al ser querido sin aferrarse a mantenerlo a nuestro lado, y saborear el amor compartido.