Hay muchas madres que dejan de trabajar al tener hijos. Cada año miles de mujeres abandonan su puesto de trabajo para ocuparse de la crianza de éstos. Estadísticamente no sabemos cuántas son, pero sí muchas. Nosotros podemos hablar de lo que vivimos y tratamos en la consulta y lo que vemos y sentimos fuera de ésta.
Ahora que el día de la madre se acerca, creemos que es de especial relevancia traer y homenajear a esas madres que dejan de trabajar ante una sociedad que las exige una serie de aspectos ambivalentes e incoherentes como es el que por un lado la mujer aporte hijos a la sociedad para favorecer la renovación generacional, y por otro que no se le facilite el acceso al mercado laboral, que no tenga buenas condiciones para compatibilizar la maternidad, o que tras un tiempo de estar trabajando en el cuidado de los hijos se vaya a reincorporar al mercado de trabajo y tenga serias dificultades para lograrlo.
«Dejé de trabajar con mi primer hijo hace cuatro años porque mi jornada laboral era bastante larga y no queríamos dejar la crianza de mis hijos a otra persona. Fue una decisión tomada entre mi pareja y yo. Miramos los números y vimos que entre meterlo en una guardería, transporte y demás nos quedaban limpios menos de doscientos euros. Así que me ocupé yo de su cuidado y la verdad es que lo he disfrutado, aunque siento que socialmente no se valora lo que supone el criar a unos hijos, y a veces tampoco he sentido que mi marido lo reconociese, dejándome casi toda la responsabilidad a mí. Tras dos años tuvimos otro hijo y he seguido ocupándome del mayor y del pequeño. Ahora que el peque ya va a la guardería llevo un tiempo buscando trabajo y me encuentro con todas las puertas cerradas. Me ha pillado la crisis y me encuentro con pocas posibilidades..» Este testimonio es de Beatriz, una mujer que viene a terapia de pareja con su marido.
En estas situaciones la trampa está servida. Gran parte de las madres actuales que dejan de trabajar son mujeres que han sido educadas para ser independientes económicamente, trabajar y realizarse laboralmente. Por otro lado hay ese mandato personal, familiar y social de querer ser una «buena madre» y poder criar a los hijos, pero hoy por hoy en la mayoría de los casos es una realidad generalmente incompatible.
Al hilo de ésto hace unos meses estalló la noticia donde la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, señalaba que prefería contratar «a una mujer de más de 45 o de menos de 25 años» para evitar «el problema» de que se quede embarazada. Su comentario, altamente criticado por distintos sectores, no deja de ser una realidad de lo que muchas mujeres se encuentran actualmente; «Si tienes hijos la balanza se va a inclinar hacia ese lado y por ello vas a tener que sacrificar tu vida laboral, así que no nos vales. Si quieres apostar por tu trabajo tendrás que demostrar que esa es tu prioridad «. El nivel exigencia hacia la mujer a nivel familiar, laboral y social es notablemente superior de lo que se le pide al hombre.
Así que las madres que dejan de trabajar o bien lo hacen de forma completa o parcial, pero renuncian en gran parte a su desarrollo laboral, aunque la ganancia a nivel personal, afectivo, humano y social pueda ser infinitamente mucho mayor, pero también lo es el sacrificio, ya que el cuidar de otras personas es un trabajo de horario continuo y frecuentemente sin descanso.
Reivindicar a las madres que dejan de trabajar fuera de casa
Como señalaba anteriormente frecuentemente se da una renuncia al desarrollo profesional, sobre todo en estos tiempos donde hay muchas personas que pueden estar optando a un empleo, y la mujer puede sentirse no solo fuera del mercado laboral, sino también poco reconocida en su entorno social que promueve la competitividad, la realización laboral, el tema económico, la independencia, etc. Nos meten tantos miedos que la persona acaba siendo presa de los mismos y siente que a lo mejor esa apuesta es errada.
¿Y si ante una una oportunidad laboral se valorase a las madres que dejan de trabajar para dedicarse a la crianza de los hijos?. Mujeres que no dejan de ser capitanas de un barco, que construyen valores, afectos, organizan, gestionan, renuncian, sacrifican. ¿Acaso eso no son aspectos fundamentales para la persona que quieras tener en tu trabajo? En vez de ser un estigma, ¿no podría ser una ganancia, un plus? Son mujeres que han apostado, que han arriesgado, que han renunciado, que van construyendo un hogar y acompañan a los niños y niñas en su desarrollo y evolución.
¿Y si la sociedad, o el mismo gobierno y sus políticas económicas reconociese esa labor? El PIB se incrementaría notablemente ya que las madres que dejan de trabajar ahorran. Ahorran para el hogar, para el estado, para la sociedad y por supuesto llevan entre manos la labor con más responsabilidad que hay, acompañar el desarrollo socio emocional de la persona que no deja de acabar siendo un bien personal, familiar, laboral y por supuesto social. Por todo eso, para todas las madres que dejan de trabajar para criar y acompañar en su crecimiento a sus hijas e hijos, feliz día de la madre, ¡valientes!