Hoy, veinte de noviembre, se celebra el día mundial de la infancia.¡ Qué bien queda escrito en multitud de documentos oficiales, y qué lejano se advierte en la práctica cuando uno escucha en su día adía la situación de muchos menores en familias con recursos económicos y en las que no los tienen.
Ayer, sin ir mas lejos, una madre recién separada señalaba en la consulta, que no quería que el padre de la niña pudiese verle, porque sentía mucha rabia por el daño que su ex pareja le había hecho al quererse separar cuando ella barajaba la opción de poder continuar la relación, y recibir terapia de pareja.
Es curioso, a esta pareja que les había visto en algunas ocasiones previas, y les pude acompañar en la decisión de su ruptura, señalaban, hacía unas semanas, que su principal objetivo es que su hija estuviese lo mejor posible, porque es lo que más les importa a ambos.
Eso, tan simple y claro, es un derecho del niño; poder disponer de su padre y de su madre sin que uno de ellos se lo impida. Sin embargo, esto continuamente se ve vulnerado en las rupturas de pareja; de todas las clases sociales y circunstancias económicas. padres y madres se centran en que su hijo tenga un techo donde dormir, comer y educarse, y se olvidan frecuentemente de la parte emocional, y del daño que se les genera involuntariamente.
Si nos vamos a aspectos mas básicos, y que no dejan de sorprender, pero sin embargo suceden en nuestro país, son los niños y niñas los que reciben de una forma más directa y brutal el impacto y las consecuencias de la crisis económica, y del clima emocional que se construye a nivel familiar y social.
Padres y madres que han perdido sus trabajos, familias que se ven obligadas a abandonar sus casas, parejas que viven juntas aunque no se aguantan, porque se ven incapaces de afrontar económicamente una separación, y donde la atmósfera del hogar es de altísima tensión, malestar, defensividad, o agresividad, más o menos encubierta. Padres y madres que están separados y no pueden tener un espacio adecuado donde poder estar con sus hijos, etc.
En relación a esto último me contaba una paciente que su hermano, de cincuenta y seis años, padre de una hija de quince, separado, y desempleado desde hace dos, vive en casa de los abuelos, y no puede disponer de nada. En breve se queda sin prestación por desempleo y no sabe cómo asumirá el pago de la pensión de alimentos de la menor. Así que los gastos de la niña, ¿quién los pagará?, ¿Todos la madre?, ¿Y si no puede?, ¿El padre irá a la cárcel?…Lógicamente las condiciones de vida de la adolescente se verán muy afectadas negativamente; fuera clases extras, no actividades deportivas, no actividades de ocio, tipo de alimentación de peor calidad, no tratamientos médicos como dentistas, clima emocional de tensión, malestar, etc.
Unicef en referencia a este tema señala que aunque en España no se da una desnutrición grave en la infancia, sí que por la situación económica de muchas familias se da una malnutrición (comer mal es mas barato), no pueden atender las necesidades médicas de los niños, o incluso poder pagar aspectos educativos como los libros al comienzo del curso, o las excursiones que se hacen a lo largo del curso.
Desde Unicef también se habla de generar un Pacto por la Infancia que englobe aspectos básicos como la prevención de la pobreza y la inclusión social, y reforzar lo relacionado a educación, ya que hay un altísimo nivel de absentismo escolar en nuestro país; (por encima de un 23%). De hecho, el vídeo que se presenea a continuación así lo refleja.
Yo iría más lejos y a aspectos más profundos, ya que aunque el nivel económico es un factor de riesgo, se tienen que potenciar estrategias de afrontamiento de problemas, de resolución de los mismos, de educación emocional, y eso se hace invirtiendo más en Salud Mental. El otro día una médica de familia me comentaba que atiende a muchas personas en la consulta que lo que necesitan sería apoyo psicológico, y no médico, y no se trata de desahogarse y punto, como si se hubiese esfumado el problema, sino de atenciones psicoterapeuticas de apoyo de calidad, que no tienen por qué ser ni muy costosas, ni muy largas.
Las niñas y los niños de ahora, son del presente, no del futuro. Mañana la infancia que habrá será distinta. Por eso si los adultos de ahora; seamos madres o padres, políticos o simplemente ciudadanos de a pie, no cuidamos y protegemos a estos niños a nivel básico y emocional las heridas estarán ahí, e irán construyendo parte de su identidad como personas. Un niño cuidado; no sobreprotegido, podrá adquirir seguridad, confianza y una mejor autoestima, lo que le permitirá afrontar las dificultades del día a día con firmeza y sosiego. El niño o la niña del presente son los adultos del mañana que formarán a su vez familias, no lo olvidemos. ¿Dónde cerramos el círculo?
Alejandra Luengo