Muchos han comenzado a primeros de septiembre a trabajar después de la vuelta de vacaciones. Esta semana, que ya acaba, suele hacerse dura y caótica, y uno necesita «reajustarse» otra vez a los horarios y a la rutina.
Reaparecen entonces proyectos e inquietudes que en el periodo de verano han quedado un poco relegados; hacer los deberes con los hijos, formarse en aquellos aspectos que llevaba queriendo hace tiempo, hacer más deporte, comer más sano, rehacer el currículum, llegar antes a casa del trabajo, no beber tanto, conocer a más gente, pasar más tiempo en pareja, viajar más, tener pareja, encontrar otro trabajo, etc.
En estos días también se hace un pequeño balance de cómo han ido las vacaciones y de la marcha de las mismas con las personas que nos han acompañado. Hace unos días una mamá me contaba que ya ha visto claro que la familia debe acudir a psicoterapia porque el hijo de siete años tiene muy mal comportamiento, no les obedece y madre y padre acaban adoptando posiciones completamente opuestas al extremo. Otros son los que tras sus vacaciones en pareja deciden repensar cuestiones de su relación para mejorarla, y hay otras personas que simplemente desean conocerse y poder estar mejor porque se encuentran desanimadas, tristes o en vacaciones han podido comprobar que se repiten problemas del pasado.
Empiezan a resurgir gran cantidad de metas, pero hay que delimitar las que se llevan a la práctica. Si me cargo de actividades; deporte, familia, amistades, intereses culturales, ocio, etc., todo aquello que iba a suponer un espacio placentero se suma a las obligaciones cotidianas, volviéndose una carga que puede desencadenar estrés y ansiedad por no llegar o por tener la agenda de tiempo libre como si fuese un calendario sin espacio para simplemente vivir.
Nuestra recomendación es que podamos ser lo más realistas posibles a través de actividades que no nos quiten mucho tiempo semanal, que sean periodos de cuidado personal pero concretos, realistas y bien definidos y que se puedan ajustar bien.
Hay padres que durante esta semana te llaman para pedir atención psicológica para sus hijos y cuando les comentas que es necesario que ellos también acudan a esas sesiones, o a gran parte de ellas te señalan la lista de actividades que tienen que hacer por las tardes que les acaba imposibilitando venir a la psicoterapia.
Cada persona sabe cuál es su situación vital y cómo la tiene que hacer frente; habrá aspectos que a lo largo de estas semanas tendrán que ser abordados de manera principal por la urgencia que conllevan; pueden ser los aspectos de los colegios de los niños, la vuelta al trabajo o cuestiones familiares. Pero no por ello se tendrán que dejar de lado otros aspectos y objetivos que nos habíamos planteado como comienzo del curso. Priorizar es la clave.
Alejandra Luengo