Estas palabras las dijo hace unos días una niña de nueve años a su padre en la consulta.
Por poner en antecedentes hace cuatro meses que sus progenitores se han separado y lo llevan como pueden, porque, como siempre he dicho, aunque una ruptura es a menudo la mejor opción, y posteriormente pueda verse como aliviante, en el momento resulta estresante y desgastante emocionalmente.
Así que esta niña, cuyos padres no viven juntos ya, me relataba que ahora en verano se aburre mucho porque cuando está con su padre o su madre a solas frecuentemente le ponen la tele y ellos mientras se «enchufan» al móvil. Señalaba que cuando están en la piscina, hay más gente y ella juega con sus amigas, por lo que puede entender que los adultos se entretengan con sus cosas, pero si estaban con ella a solas….Además comentaba que luego sus progenitores tras un rato de estar chateando cambiaban de estado de animo a más tristes, enfadados o impacientes, lo que a ella le angustiaba al no saber qué sucedía.
Es curioso que luego nos sorprenda que los niños quieran teléfono móvil con siete años, o que demanden estar interactuando con una maquina durante horas, aspecto que no les beneficia de cara a impedirles experimentar y fomentar habilidades y/o socializarse.
Hay una realidad que es que todos hemos sucumbido al poder de los móviles y de las aplicaciones que se nos ofrecen, que pueden facilitarnos muchas gestiones que de otra manera serían muy engorrosas. Ahora, mi planteamiento es el siguiente; Si estás con tu hijo, ¿Por qué no estarlo realmente? ¿Acaso esta niña no necesitaría jugar , o simplemente interactuar más con su padre o su madre? O dar un paseo y hablar de cómo se siente? Lo hizo en la consulta, después de llevar varios meses callando, y de padecer un alto grado de ansiedad.
¿No sería beneficioso también para la madre y para el padre poderse «conectar» más a su hija?
En el caso que nos ocupa la madre en otra sesión de psicoterapia señalaba que la niña en ocasiones se empezaba agitar mucho, correr, coger cosas hasta que la adulta dejaba lo que estaba haciendo y le regañaba y sancionaba. En definitiva la menor acababa llamando la atención para que su madre le hiciese caso comportándose mal, aspecto que pueden hacer de una forma más o menos directa.
Si ahora estás de vacaciones fíjate si esto se da a tu alrededor; verás cómo es más frecuente de lo que crees. Ayer mismo en una parada de autobús estaba una menor de unos 2 años acompañada exclusivamente por un adulto, que intuyo era su padre, y éste estaba completamente enganchado al móvil sin hacerla ni caso. No quiero alarmar tampoco pero el estar concentrado en el móvil impide tener la atención en otras cuestiones que son importantes de cara a los hijos/as; como es prevenir de ciertos peligros. Es importante acotar los tiempos de móvil y que no ocupen espacios de calidad padres-hijos (comidas, juego, enseñanza). Acabamos conectándonos con lo lejano y dejamos de lado a los cercanos.
En definitiva, cuando se está con los niños a solas merece la pena dejar de lado el móvil para poder disfrutar de éstos y prestarles atención directa y «cara a cara»; ayudarles en las tareas, jugar en la playa, conversar, dibujar, acompañar en su crecimiento para poderles enseñar a vivir en un mundo donde la tecnología tiene que estar a nuestro servicio, y no viceversa. Que tu móvil no robe tiempo de tu hijo/a.
Alejandra Luengo