Mi pareja me ha dejado
En cuestión de varias semanas he atendido en la consulta a dos personas a las que sus parejas les han señalado que han decidido finalizar su relación. Es un término curioso, ese de sentir que «dejas» o que te «dejan»., pero normalmente es más doloroso lo segundo, ya que frecuentemente resulta inesperado. En el diccionario de la RAE este término se define como “Soltar algo, retirarse o apartarse de algo o de alguien, desamparar, abandonar, interrumpir una acción..” un cúmulo de aspectos que marcan una nueva etapa en la persona.
Realmente todos esos vocablos se quedan muy limitados para explicar lo que sucede a nivel emocional tanto a la persona que decide romper la relación, como aquella que lo debe asumir.
Cuando una persona pone sobre la mesa que desea romper la relación de pareja normalmente está colocando el broche a una situación negativa que se podía estar alargando más o menos tiempo y que posiblemente había desgastado, deteriorado tanto la relación como la propia visión de uno mismo, además de haberse generado desconfianza, aburrimiento y hasta faltas de respeto.
Para explicar la situación traeré los dos casos que se han dado en la psicoterapia esta semana donde se dan circunstancias distintas pero que comparten una realidad: No se ha sabido afrontar el deterioro paulatino de la relación de una forma conjunta; por ejemplo con una terapia de pareja, un consejero, un apoyo familiar o de amigos de confianza, para alcanzar y recuperar objetivos comunes, lo que ha desencadenado que se agrave la situación hasta que ya la velocidad de caída es tan vertiginosa que sienten que ya no pueden parar.
En un caso hay una pareja donde se dio una infidelidad hace varios años de un miembro frente al otro. No se abordó esta situación y decidieron seguir adelante considerando que podrían arreglarlo con su buena intención. El prometió que cambiaría y estaría más atento a la relación pero no hubo muchos más cambios. Ella pidió terapia psicológica hace unos meses porque se encontraba muy decaída porque no notaba avances, pero a pesar de señalar la necesidad del trabajo conjunto de pareja él no accedió. El pasado lunes ella volvió a descubrir que su pareja le estaba siendo infiel otra vez y que había tomado la decisión de romper la relación. Estaba muy decepcionada, aunque es cierto que el trabajo personal que había hecho estos últimos meses le había hecho recapacitar sobre aspectos que no deseaba de la relación.
La otra situación es de una pareja que lleva juntos 17 años pero que los últimos cinco se han sumido en discusiones, malestar, apatía, faltas de respeto, incluso teniendo que mediar su hija de nueve años cuando ellos acababan perdiendo el control en sus discusiones. En un principio él señaló hace unas semanas que quiere finalizar la relación y su pareja se ha sumido en un estado de gran ansiedad, malestar, rabia y tristeza. Sentimientos normales en una situación donde se encuentra con una decisión cerrada por parte de la otra parte y no deseada por ella. Lo cierto es que en esta última sesión de esta semana ambos han decidido iniciar una psicoterapia de pareja con el objetivo de intentar no finalizar la relación sin haber intentado mejorarla.
En todo este dolor, que lo hay, rabia, que la hay, sobre todo de la parte que tiene que asumir una decisión que no quiere hay un aspecto que es saludable: Por fin se toma una decisión. No hay mayor desgaste y enganche que en una relación se dé el sí pero no; Estamos juntos pero no hablamos, discutimos por todo, me da igual su vida; lo que hace o lo que deja de hacer, siento que no le quiero…He escuchado a personas que se encontraban sumidas en una gran tristeza y dolor porque les han dejado,, y que sin embargo mirando restrospectivamente la relación que tenían el amor había desaparecido; y ni siquiera a veces existía afecto.
Las relaciones de pareja son intensas emocionalmente y cuando hay problemas no mejoran de forma natural si en ellas se ha ido produciendo un desgaste paulatino. El dolor no va a desaparecer inmediatamente y llevará su tiempo, pero a veces esta decisión implica una toma de conciencia real de la situación grave a la que han llegado y una búsqueda de ayuda profesional para intentar arreglarlo o para finalizar la relación de la manera menos dolorosa. Cuando se plantea la decisión de romper, frecuentemente no hay vuelta atrás y lo que toca es digerirlo de la mejor forma; a menudo con lloros, con tristeza y contando con personas de apoyo para poder verbalizar lo que uno siente y poco a poco uno empieza a realizar nuevas actividades y a disfrutarlas.
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Alejandra Luengo