Cuando comencé a ejercer como psicóloga, hace más de trece años, eso de atender terapias por teléfono me sonaba algo frío y era bastante reacia. Luego, la propia experiencia me abrió los ojos cuando pacientes se mudaban a otras ciudades o países. Quedábamos para poder continuar la terapia por teléfono y el progreso era evidente. Después se incorporó el Skype en algunos casos y la evolución de la terapia continuaba de la misma forma. Lo facilitaba mucho el haber creado ese vínculo o “alianza” terapéutica previa, que se había construido en el despacho, para poder continuar con la terapia de forma no presencial.
Más tarde por circunstancias de la organización donde trabajaba comencé a tratar a personas que vivían en otros lugares y no podían desplazarse por motivos laborales, familiares, económicos o de salud. Con la mayoría de ellas intentaba quedar físicamente en algún momento del proceso, pero con otras la relación se tuvo que basar en las sesiones telefónicas. Mi sensación no fue que se mejorase menos por utilizar esta vía y que se podía realizar un buen proceso de acompañamiento terapéutico psicológico si se realizaba de forma ordenada, periódica, constante y con objetivos terapéuticos claros.
Hay estudios publicados recientemente que sugieren que la terapia telefónica puede ser una vía muy beneficiosa para hacer llegar los efectos y beneficios de la psicoterapia a pacientes que, por ejemplo, sufren una depresión o situaciones de alto nivel de ansiedad. (The Journal of the American Medical Association, JAMA, 2012)
Invertir en salud mental es rentable porque evita la cronificación de problemas, de bajas laborales, de disfunciones en las relaciones personales, etc. Por desgracia, la psicoterapia en nuestro sistema público de salud no abarca la problemática y necesidades de salud mental que existen a nivel particular, familiar, laboral, económico y social. De hecho, la Organización de Consumidores y Usuarios denunció el pasado año al Sistema de Salud Público por la generalización del tratamiento farmacológico frente al psicológico en personas con ansiedad y depresión (Más psicoterapia y menos pastillas, 2012) cuando está demostrado que el segundo es mucho más eficiente y estable en el tiempo.
A continuación se recogen algunas de sus consideraciones respecto a la salud mental.
- Se dan errores y retrasos en los diagnósticos de salud mental. Un buen diagnóstico necesita tiempo y dedicación y no se hace.
- Hay un bajo porcentaje de pacientes que es derivado a los especialistas de salud mental y muchos tienen que sufrir una lista de espera de entre 2 y 4 meses.
- Existen importantes diferencias territoriales en la atención a la salud mental. Hay comunidades que facilitan tratamientos psicológicos y otras en cambio se centran en la atención psiquiátrica que suele basar su tratamiento en los fármacos.
De esta forma recurrir a la consulta privada de un buen profesional a veces es la vía que se encuentra para poder obtener una atención psicológica, personalizada y continuada. Dificultades a la hora de desplazarse, por trabajo, situación geográfica, familiar o estado de salud, son motivos para que la terapia telefónica o por Skype puede ser la alternativa más práctica si el tratamiento se va a realizar de forma individual. En casos de terapia de pareja o de familia sigo considerando que lo más eficiente es hacerlo presencialmente.
A nivel práctico el funcionamiento y la implicación en una terapia telefónica o telemática se da en las mismas condiciones que una presencial; Se maneja toda la información basada en el principio de confidencialidad y de acuerdo con la LOPD. Las sesiones se conciertan por diferentes vías (teléfono, mail) y empiezan a la hora señalada. Es necesario ser puntual y no confundirse con los cambios de horario, si se llama desde el extranjero. La duración puede variar según la especificidad del caso y se preparan las sesiones con el mismo rigor que cuando son de carácter presencial.
En definitiva, este es uno de los grandes avances en psicología al poder realizarse tratamientos adecuados a distancia en las mismas condiciones que una terapia presencial, valiéndose de los medios tecnológicos que existen actualmente. La psicología no escapa a las nuevas tecnologías y está en proceso de cambio continuo, utilizándose, ya por ejemplo, la realidad virtual en diversos tratamientos psicológicos, pero eso ya forma parte de otro post.
Alejandra Luengo