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Nadie puede discutir cómo la sexualidad ha sido ocultada durante siglos y hasta perseguidos en diferentes momentos los comportamientos que no se consideraban «normales». Ejemplos de ello han sido la homosexualidad, transexualidad, prostitución, promiscuidad femenina, etc  que por desgracia en muchos países todavía  siguen siendo castigadas, incluso con la vida.

Lo cierto es que hemos pasado de que la sexualidad fuese una gran desconocida, donde solo se centraba en la sexualidad masculina y su placer, a un espacio donde aunque aparentemente seamos libres y dueños/as hay una presión por el placer sexual que nos esclaviza y no nos permite disfrutar, sentir y valorar si eso es lo que nos satisface. Se habla mucho de sexo pero no se piensa ni se siente el sexo. Se impone el placer por el placer dejándose de lado lo afectivo lo sentimental, lo sensual, etc.

Hace unos años en terapia tenía mujeres de mediana edad que me señalaban que no habían tenido un orgasmo en su vida. Ahora tengo chicas que me explican que se sienten «raras» por no tener relaciones sexuales, chicos homosexuales que me indican que se ha puesto de moda entre las parejas homosexuales de su entorno el tener cada uno su amante y que no desear eso, parejas que me hablan de relaciones sexuales cotidianas y que se plantean si son normales o no (a pesar de que ellos puedan disfrutar), adolescentes que me explican el concepto del «follamigo», como esa persona con la que mantener una mera relación sexual y punto, chavales que señalan que se sienten raros por tener dieciocho años y seguir siendo vírgenes o personas de cerca de ochenta años que desean tener una vida sexual como cuando tenían cuarenta.

Actualmente se consume sexo casi de forma compulsiva; en la publicidad, en la televisión, en la música, en las películas, en internet.. El sexo está en todas partes. Hemos perdido la intimidad y la privacidad en nuestras relaciones exponiéndose la sexualidad de forma cotidiana (programas televisivos y concursos, videos en internet, páginas de contactos).

El sexo se ha socializado y es tema recurrente en diferentes encuentros sociales; siempre pensamos que se puede aprender algo nuevo o mejorar lo actual. Ya de poco sirve el lema de la canción «el amor está en el aire«, lo que está en el aire es el sexo. Nos rodea y se basa en un placer al cuerpo que nos limita otros aspectos fundamentales y que de una forma o de otra acaban saliendo. ¿Nos hemos ido al extremo opuesto? Creo que sí, sin haber ganado a menudo mayor satisfacción vital. Hemos pasado del sexo prohibido al sexo desde el consumo, desde el devorar experiencias pero no saborearlas o masticarlas.

Es cierto que uno de los grandes avances de estas últimas décadas es como cada vez las mujeres demandan más satisfacer su sexualidad y van tomando el control en sus relaciones sexuales, cosa que antes era impensable y que supone para el hombre una presión extra a la que antes no se veía sometido. Los «tupper sex», reuniones de mujeres donde se muestran diferentes productos para el placer sexual, son un auténtico negocio y una fuente de conocimiento para muchas. Se busca el placer y se ponen los medios para conseguirlo. De hecho, la búsqueda y consumo de sexo a través de internet es enorme. Solo internet genera el  80% del negocio de la industria pornográfica, ya que es el campo de la fantasía; cada uno puede ser, decir o comportarse como le plazca porque no hay un contacto directo.

Con todo ello hay muchos nuevos mitos que nos están esclavizando; Como mujer  tienes que tener «punto g»,  debes de ser una “leona o diosa» en la cama, tienes que tener una alta líbido y en el caso del hombre siempre tiene que ser siempre deseante, no te puedes permitir decir que no, tienes que dar placer, se tiene que hacer una-dos veces a la semana, tienes que tener una vida sexualmente activa hasta tal edad, tienes que probar de todo, tienes que lograr el orgasmo a toda costa…. ¡Qué presión! Así no extraña que hayan aumentado las disfunciones sexuales tanto femeninas como masculinas.

Además a menudo el esquema se ha reducido a algo muy pobre: deseo-excitación-orgasmo, pareciendo que si uno o una no tiene orgasmo no ha disfrutado la relación sexual; de las caricias, del contacto, de la cercanía, en definitiva de la propia relación. Se convierte en una presión social y mediática presente en todas las generaciones.

El sexo es bueno y es necesario pero sin sentirlo como obligación, y menos atacar nuestra dignidad y valía por tener una sexualidad determinada. Hemos pasado de ser “pecadores llenos de culpa”, a buscar a menudo el placer como un deber y sentirse culpable al no lograrlo. Todo esto como parte de ese consumo exacerbado de nuestro tiempo y de la norma que se nos «impone». De esta forma seguimos perdiendo otra vez la libertad para vivir la sexualidad desde un enfoque integral y humano donde existe placer corporal, pero también relación, vínculo, afecto e intimidad.

www.akanapsicologia.com   

 Alejandra Luengo

 

Hace más 20 años empecé a acompañar a personas que han sufrido y siguen sufriendo. Me licencié en Psicología y he realizado diferentes Máster relacionados con la práctica clínica, las relaciones familiares y el Trastorno Límite de Personalidad. Mi trabajo ha sido la atención psicoterapeutica en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, en diferentes Organizaciones y Fundaciones y en la consulta privada. En estos años he trabajado con traumas en la infancia y en la vida adulta, relaciones de dependencia, duelos, depresión, ansiedad que impiden que la persona pueda ser protagonista de su vida y no una mera marioneta de sí mismo y de los demás. Todo lo vivido, si no se analiza y reflexiona, se vuelve un acumulador de experiencias negativas que nos hace enfermar a nivel mental y nos afecta en la identidad, autoestima e integridad personal. En nuestro Centro Sanitario realizamos terapia individual, de pareja y familiar desde una integración de modelos como es el Cognitivo Conductual, Psicodinámico, Sistémico y EMDR.

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