Hace unos días pude ver La Educación Prohibida una polémica película en la que se aborda el camino tomado por la educación tradicional occidental y dónde nos podría llevar. Es cierto que es la educación que hemos estado acostumbrados; la del profesor experto y el alumno «esponja» pero cada escuela siembra o elimina algo diferente en cada persona y parece que a menudo no se nos educa como hubiésemos deseado .
La idea que tenemos de la educación en general es que la persona pueda valerse en su vida por sí misma, que tenga buena calidad, pueda ayudar en su comunidad; en definitiva ser feliz; ¿se consigue en la escuela?, ¿Qué es lo que a menudo se aprende? Compartiendo lo que dicen muchos expertos educadores, padres y profesores de las 90 entrevistas realizadas en la película a menudo lo que se integra no es lo más sano ya que se valora la competitividad, los conocimientos técnicos y científicos, pero no artísticos o humanísticos. Se valora no la autoridad sino a menudo el autoritarismo.
Es así como que la educación se valora lineal y globalmente cuando el aprendizaje no lo es. Como se dice en la película quizás lo que se hace ahora es adaptar al niño a la cultura y no la cultura al niño. Además lo hace a través de la imposición, del miedo, de la amenaza. El menor responde según lo que desean y esperan de él o ella otros pero no se plantea lo que quiere o puede elegir. El amor, la escucha, la aceptación, la autoaceptación, la comprensión quedan aparte. Esto no es solo responsabilidad del profesorado, que no está preparados para formar en sentimientos porque tampoco han sido educados en los mismos, pero también son responsables de participar en este engranaje como lo son también padres, políticos y los propios alumnos.
En la película se plantea y muestra como ya en muchos lugares se apuesta por el aprendizaje cooperativo donde todos pueden aprender de todos, nutriéndose mutuamente, donde existen estímulos y no competitividad, donde hay escuelas y aulas cooperativas en las que los niños se van haciendo responsables de sus elecciones y decisiones. Se van desarrollando capacidades personales, humanas desde el amor con las expectativas, intereses y capacidades de los y las menores, no de los adultos. Ni los profesionales, ni los padres y madres que son la esencia de enseñarles la vida a los hijos deberíamos ser un obstáculo porque como decía Cristobal Gutierrez en la película: «Una sociedad que no cuida a los niños es porque tampoco se cuida a sí misma». Y es que en realidad se está en continua experimentación y no importa si te equivocas porque de eso aprendes. Aprender no termina nunca. ¡Disfrutarlo!
Alejandra Luengo