Ayer fue el día internacional de la epilepia. Una enfermedad que sufren 50 millones de personas en el mundo y 350.000 personas en España. Es una enfermedad neurológica que afecta al sistema nervioso central y sus causas son muy diversas, y en un momento dado todos podemos sufrir crisis epilépticas. Aunque pueda haber factores genéticos que predispongan más no es una enfermedad hereditaria y se puede sufrir por errores congénitos de desarrollo, falta de oxigenación cerebral, traumatismos cráneo encefálicos, tumores, enfermedades infecciosas o enfermedades degenerativas del Sistema Nervioso Central, trastornos metabólicos adquiridos y como consecuencia del abuso de algunas sustancias.
La epilepsia no es una enfermedad mental; aunque pueda estar presente en algunas enfermedades mentales como la esquizofrenia, y no afecta a la actividad intelectual, pero lo cierto es que es que puede ocasionar daños físicos y neurológicos y tiene que ser tratada para llevar una vida con la máxima normalidad.
Hay diferentes tipos de epilepsia de los cuales algunos pueden ser controlados con fármacos ( antielépticos que lo que hacen es mantener un equilibrio en las conexiones neuronales) y en casos extremos también se utiliza la cirugía; pero la medicación está presente también.
Muchas personas piensan que tener epilepsia supone no poder hacer una «vida normal», deporte, estudiar, trabajar, responsabilizarse de unos hijos, etc. Eso es completamente erróneo porque una persona con esta enfermedad puede llevar una vida equilibrada y controlada aunque por ejemplo no pueden consumir alcohol o sustancias tóxicas o tener cuidado con ciertas actividades que vaya a realizar. Recuerdo hace unos años un paciente que se subió en una escalera para pintar un techo y sufrió una crisis. Las consecuencias de la caída fueron molestas y dolorosas.
En caso de observar una crisis epiléptica es importante dejar que la crisis termine sin sujetar a la persona pero dejando libre el espacio para que no se pueda golpear con nada que le pueda hacer daño, no meterle objetos en la boca, que se quede recostado de lado para que pueda respirar con cierta normalidad y sobre todo conservar la calma. Si antiguamente la epilepsia era considerada como una especie de posesión demoniaca, la ciencia y los estudios han mostrado cómo puede ser tratada y que las personas no sean estigmatizadas; en realidad es como quien tienen una diabetes; puede llevar una vida normal pero con ciertas limitaciones, control y medicación.
Alejandra Luengo